¿A quién linchamos hoy?
Si hay algo que le guste al poblacho, es un linchamiento público.
A lo largo de la historia hemos visto muchas formas de llevarlos a cabo y de las formas más crueles que se puedan imaginar, pero tú, el ciudadano moderno del siglo XXI que se siente avanzado, civilizado y que mira al pasado con aires de superioridad moral muy lejos de aquella barbarie, también los cometes o los ves a diario y hasta te ríes.
Estos actos no son tan atávicos como pensamos, sólo cambian la forma en que las sociedades lo llevan a cabo y a cada tiempo le corresponde su forma de “ejecutar”. En la Edad Media se ajusticiaba a la gente ahorcándolos en medio de las villas. Aunque los penados eran delincuentes condenados por haber cometido algún delito, resulta curioso cómo acudía todo el pueblo (hasta los niños) a presenciarlo en masa como si de un bonito espectáculo se tratara.
Más crueles fueron las cazas de brujas promovidas por la Santa Inquisición, ya que estas mujeres no eran delincuentes sino personas señaladas por algún vecino con algún interés particular. Fueron muy comunes en los países protestantes de Europa y EEUU, aunque en España también tuvimos algún caso como en el pueblo navarro de Zugarramurdi, donde 6 mujeres fueron quemadas vivas acusadas de realizar brujería.
Seguimos avanzando y llegamos al siglo XX, donde continuaron produciéndose actos así. En EEUU incluso se anunciaban en los periódicos la hora y lugar del linchamiento, donde igualmente la población acudía en masa a presenciar cómo lo más execrable de la raza humana, cometían contra algún pobre negro acusado sin pruebas y condenado sin juicio, todas las tropelías que se les ocurrían (hay casos documentados como el de Jesse Washington que ponen los vellos de punta), os dejo enlace:
También en España tuvimos en este siglo linchamientos públicos despreciables. Durante el periodo de la posguerra, a las mujeres republicanas se le rapaba la cabeza al cero y les hacían beber aceite de ricino para provocarles diarreas. Luego las paseaban por todo el pueblo donde se congregaba la muchedumbre a insultarlas y escupirles. En realidad eran sus propios vecinos, que muchos actuaban más por miedo a que les hicieran lo mismo que por odio hacia ellas.
Y llegamos a nuestros días. Como he dicho anteriormente las sociedades cambian, ya no se ven ejecuciones (hablo siempre de nuestra sociedad occidental, en otras sociedades del mundo lamentablemente sí). Como decía, no nos reunimos en la plaza del pueblo para matar a nadie a pedradas, pero sí asistimos a otros tipos de linchamientos en el que todos participamos, adaptados a la sociedad actual y los realizamos también en la plaza del pueblo del siglo XXI que son las redes sociales, donde todos estamos en contacto y nos reunimos virtualmente para hablar... y linchar.
¿Cuántas veces nos llega alguna foto de un conocido del pueblo y provoca las risas y comentarios humillantes hacia su persona en cada grupo de Whassap? Luego se reenvía de grupo en grupo para seguir riéndonos de él/ella y asegurarnos que todo el mundo lo vea. Eso sí, todo se hace de espaldas a esa persona, porque nadie es capaz de decirle a la cara lo que piensa ni los comentarios que ha hecho por atrás, algunos de los cuales suelen ser vejatorios e injustos, pero todo vale con tal de echarnos unas risas a las espaldas de alguien porque nos encanta un linchamiento público.
Estas fotos pueden ser subidas por esta persona misma a sus redes sociales o bien puede ser un vídeo o una foto captada en un descuido o cualquier otra que a juicio del poblacho sea motivo de burla, desprecio o humillación.
¿Y qué me decís de los vídeos sexuales difundidos sin consentimiento? Hace un tiempo llegó al punto de que una joven se suicidó tras difundirse entre todos los trabajadores de una fábrica un vídeo suyo manteniendo relaciones sexuales común compañero de trabajo. Por supuesto no faltaron los corrillos, las risas y los comentarios susurrantes a su paso hasta que la pobre chica tomó la peor de las decisiones.
Las sociedades cambian, pero la naturaleza humana parece que no. Aunque hoy día no lleven a nadie a la horca en la plaza del pueblo como en el medievo, sí que han llevado a mucha gente igualmente a la horca en la soledad de su depresión.
No pretendo dar lecciones de nada a nadie, me incluyo totalmente entre los citados en este escrito, pero de vez en cuando es bueno hacer un examen de conciencia e intentar saber qué cosas hacemos mal y qué deberíamos cambiar. Supongo que ahí se encuentra el avance como sociedad en lo general y el crecimiento personal en lo particular.
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